jueves, 14 de octubre de 2010

Carta abierta a la Concejala de Seguridad del Ajuntament de Barcelona

Carta abierta a la Concejala de Seguridad del Ajuntament de Barcelona
“La violencia es suya, Sra. Assumpta Escarp”


Clara Valverde Gefaell
Rebelión




Estimada Sra Assumpta Escarp,
En El País de ayer, 6 de octubre del 2010, dicen que usted y su ayuntamiento quieren cerrar las webs que ustedes definen como anti-sistema (porque no comparten los mismos valores neoliberales que usted) , pero lo que usted no se da cuenta es que la violencia peligrosa es la suya, Sra Escarp, la suya y la del Ajuntament, que pone como prioridad la producción de Barcelona-como-marca por encima de las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas.

Esa violencia, ese imparable delirium-tremens de la ciudad-espectáculo que hacen ustedes con Barcelona (R.Tello 2009), es una producción del espacio (Lefebvre 1991) para sus propios proyectos de transformación urbana “negando la voz y las acciones de los más débiles, de los otros , entre ellos especialmente las otras – mujeres” (R.Tello 2009). La violencia es lo que utilizan ustedes para convertir los espacios que quieren renovar en “espacios de miedo, un primer paso para justificar la necesidad de renovación” (R.Tello 2009).

Su violencia es una de esas estrategias bien conocidas que consiste en criminalizar y crear, entre la población, sentimientos y lenguaje contra los débiles y los creativos para luego poder llevar a cabo sus políticas (D.Harvey 2005) y sus proyectos lucrativos (Klein 2007). Esa violencia que el Ajuntament de Barcelona utiliza desde hace años para hacer de Barcelona una parquematización de los espacios cotidianos a través de “toda clase de subterfugios, coacciones e incluso violencia para expulsar los antiguos residentes y colocar ventajosamente en el mercado espacios cada vez más cotizados y más lucrativos” (N.Benach 2009).

Ustedes deciden qué hacer con la ciudad, cuál va a ser ese mega-desarrollo de Barcelona-marca-registrada (y fingen que nos piden nuestra participación como cuando se gastaron millones de euros en la pantomima de “preguntar” nuestra opinión sobre cómo reorganizar la Diagonal -afortunadamente, los ciudadanos no picaron el anzuelo), para seguir excluyendo a los jóvenes, inmigrantes, mujeres, discapacitados, ancianos, enfermos y parados, vendiendo, a través de la prensa, que las ideas que tienen usted y el Ajuntament son “sentido común” (Cresswell 1996).

¿Quién les ha incitado a ustedes a tal violencia? ¿El Neoliberalismo, el oportunismo, el egoismo? ¡Eso sí que es un crimen!

Por si aún no entiende bien de qué violencia estoy hablando, Sra Escarp, deje que le dé más ejemplos:

La violencia de tener a el 48% de los jóvenes sin trabajo (Eurostat, octubre 2010).

La violencia del coste prohibitivo de la vivienda en Barcelona al mismo tiempo que hay edificios vacíos esperando a que suban más los precios.

La violencia de las políticas de privatizar los espacios públicos (Xarxa Ciutat Vella 2009) y la privatización de los servicios públicos de la ciudad, como el del mantenimiento de los parques que ustedes han adjudicado a la compañía “Barcelona pel Medi Ambient” (más uso perverso de las palabras) y que está utilizando el herbicida más barato y más nocivo que existe, el famoso Roundup de la compañía Monsanto (famoso por su gran peligro para la salud humana) y así hacer que los parques de Barcelona, esos escasos espacios verdes, estén, efectivamente, verdes pero que no se puedan frecuentar por seres humanos, sobre todo no por niños, ancianos, embarazadas, mujeres y hombres en edad fértil, ni enfermos.

La violencia de dar prioridad, no a las necesidades de los ciudadanos y ciudadanas, sino al rápido crecimiento del turismo (N.Benach 2009) y al turismo de congresos.

La violencia de la inaccesibilidad de la ciudad a las personas con limitaciones físicas y cognitivas. Los transportes públicos siguen sin ser accesibles porque “un poco accesible” no es accesible. Mientras hayan estaciones de metro a las cuales sólo se puede acceder por escaleras, todo el sistema es inaccesible. Y los dos asientos reservados por autobús no refleja el alto porcentaje de ancianos, discapacitados y enfermos que necesitarían utilizar el transporte público. Para no entrar en detalles de la inaccesibilidad que aún demuestra la gran parte del mobiliario urbano para los que se desplazan en sillas de ruedas u otro transporte adaptado.

La violencia es su falta de compromiso real con la salud de los enfermos por adicción a las drogas inyectadas. Digo “real” porque se hicieron algunos intentos deperformance con algunas salas de inyección que realmente no son viables porque no están dónde se necesitan. Al mismo tiempo que ustedes desplazaron a los adictos por vía parenteral y otros consumidores primero a Can Tunis y luego destruyeron Can Tunis y las personas afectadas tuvieron que desplazarse por barrios lejanos lejos de los servicios necesarios pero, claro, lejos de los ojos de los ricos y de los turistas.

Y tantos ejemplos más.

Lo violento es que ustedes, los del Ajuntament de Barcelona nos han robado la ciudad a los ciudadanos y ciudadanas para producir un espacio, no para las necesidades de la mayoría de los que vivimos aquí, sino para sus propios proyectos neoliberales, los suyos y los de sus colaboradores nacionales e internacionales.

Eso sí que es un crimen.

Pero las ciudades están construidas por procesos sociales y su definición de un uso “correcto” del espacio no lo podrá imponer a todos los ciudadanos y ciudadanas (Harvey 2000).

Sinceramente,

Clara Valverde Gefaell. Presidenta de la Liga SFC (Síndrome de la Fatiga Crónica, Fibromialgia y Sensibilidades Químicas Múltiples) www.ligasfc.org

Bibliografía:

Benach N (2009). El centro histórico de Barcelona bajo presión: flujos globales y derecho a la ciudad. Ciudad y diferencia: Género, cotidianeidad y alternativas. Eds. Rosa Tello y Héctor Quiroz. Barcelona: Ediciones Bellaterra.

Cresswell T (1996). In Place Out of Place. Geography, Ideology, and Transgression. Minneapolis: University of Minnesota Press.

Havey D (2000). Spaces of Hope. Edinburgh: Edinburgh University Press.

Harvey D (2005). A brief history of Neoliberalism. Oxford: Oxford University Press.

Klein N (2007). La Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre. Barcelona: Paidós.

Lefebvre H (1991). The production of space. (Traducción del francés: Donald Nicholson-Smith). Malden, Massachussets: Blackwell Publishing.

Tello R (2009). Las nuevas posibilidades de la ciudad diversa o la insostenibilidad de la ciudad homogénea. Ciudad y diferencia: Género, cotidianeidad y alternativas. Eds. Rosa Tello y Héctor Quiroz. Barcelona: Ediciones Bellaterra.

Xarxa Ciutat Vella (2009). www.xarxaciutatvella.cat

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su lib

domingo, 17 de enero de 2010

EXTRACTO DE LA DECLARACIÓN DE SEVILLA

"Por tanto, nosotros miembros del Comité Permanente organizador de este Foro

Social Temático Español de Espiritualidades y Éticas para otro mundo mejor posible,

sin más autoridad que la rectitud de nuestras intenciones y confiando en el Poder

transformador del Amor, damos voz a la ciudadanía civil, a la humanidad, haciendo

público la presente declaración: La humanidad tiene el derecho y el deber de abolir

las formas de organización económica, social y políticas actuales que provocan

invariablemente una larga serie de abusos y usurpaciones dirigidas a someterla a

un despotismo absoluto; es un derecho y un deber derrocar este gobierno de las

cosas y proveer nuevas salvaguardas para la biodiversidad, las libertades y la

futura felicidad y seguridad de toda la humanidad. La humanidad en nosotros se

declara absuelta de toda obligación de fidelidad a principios y valores que sustentan al

actual sistema capitalista, llamando a toda la humanidad a sublevarse y rebelarse

pacíficamente contra ellos.

Declaración de Sevilla - Poder transformador del amor

NOS LLEVAN A UN SEGUNDO BATACAZO

Burbuja especulativa de materias primas
Nos llevan a un segundo batacazo


Rafael Poch de Feliu
La Vanguardia




¿Nos están llevando a un segundo batacazo? La Canciller Merkel dijo el lunes, ante la asamblea anual de los empresarios alemanes, que los bancos están especulando de nuevo, ahora con materias primas, que la situación económica es extremadamente incierta porque la solución depende de medidas internacionales que no se han tomado para poner coto a los mercados financieros, y que no puede excluirse el estallido de una nueva burbuja especulativa, el escenario contemplado por muchos observadores. La de Merkel es la confesión de impotencia más sincera que se ha oído a un político.

En Alemania y en todas partes, es el capital el que manda a los políticos. El capital ha convertido la política económica en algo parecido a la meteorología: un fenómeno ajeno a toda voluntad de gobierno. Un capital enloquecido que nos ha llevado a la crisis, es quien gobierna a nuestros políticos, que son meros gestores. Y no al revés.

Impotencia

Habría que poner orden en los mercados financieros, nacionalizar bancos, prohibir determinadas especulaciones, gravar las transacciones de capital, pero la clase política está atrapada. Las normas las ha puesto un partido al que no se vota y que está exento de todo control. ¿Qué político se atreve a poner orden en eso y exponerse al suicidio?

En la Unión Europea, por ejemplo, el Tratado de Lisboa, que entra en vigor el martes, prohíbe expresamente "cualquier limitación de la circulación de capital entre los estados miembros, así como entre aquellos y países terceros". Es decir prohíbe la regulación de los mercados sin la cual no habrá salida de la crisis. ¿Se imaginan a alguno de los políticos de Bruselas diciendo?: "No, así no puede ser, si queremos salir de la crisis hay que reformar ese tratado y poner en cintura a "Allianz" y Deutsche Bank, en Alemania, a Wall Street en Estados Unidos, a la City en Londres..." A alguien que diga: "Esto del crecimiento es un engaño y una trampa, hay que olvidarse del PIB y buscar nuevos parámetros para medir la salud de una economía, hay que abordar una transición energética sostenible, no podemos seguir poniendo el beneficio y la codicia en el centro de todo..." Sencillamente es inimaginable.

Evidencia

Sin embargo, hasta "Der Spiegel" anuncia esta semana en su portada lo que se nos viene encima, una "nueva explosión billonaria". Su subtítulo dice: "Por qué tras la crisis del siglo ya asoma la siguiente". La respuesta es: porque la clase política no hace nada. Y no hace nada porque, como sugieren las declaraciones de Merkel, es impotente. No es soberana en este menester. Hasta "Der Spiegel" explica ya esta evidencia a los gentiles: "En Estados Unidos la industria financiera no la gobierna el ministro de Finanzas sino la propia industria financiera". Ella fue la principal financiadora de la campaña de Obama. "Solo si cambia Wall Street cambiará el mundo, sin cambio de reglas allá no habrá cambio en Londres, París y Francfort", dice. Merkel y Sarkozy lo apuntaron tímidamente, hablando de "cambio de reglas" en la cumbre de Pittsburgh, pero no han obtenido nada, porque no mandan en ese ámbito. En Estados Unidos, "la gente de Wall Street es la que llega al Ministerio de Finanzas y luego se regresa a la banca", explica el premio Nóbel de economía Joseph Stiglitz. Los hombres de bancos como Goldman Sachs rodean a Obama. Y todo se reproduce.

En 2009 se ha formado una nueva burbuja que amenaza con otro estallido. Los principales índices bursátiles (Dow Jones, Nikkei, Dax) han crecido por encima del 50% desde marzo y los precios de las materias primas se han disparado, sin la menor correspondencia con crecimiento económico alguno. Los principales bancos de inversiones repartirán este año 100.000 millones de dólares en bonos y primas a sus ejecutivos. Las treinta principales empresas del índice alemán DAX repartirán 20.000 millones de euros a sus accionistas la próxima primavera.

"Si observáramos a Estados Unidos con la misma frialdad analítica que hemos dedicado a Rusia, sería ineludible hablar del dominio de un oligopolio de políticos y banqueros", dice James Galbraith, hijo del John Kenneth Galbraigth que fue consejero de Kennedy.

Arriba y abajo

Un discurso que reconociera la grave enfermedad que padecemos, es impensable ahí arriba. Se diría que en este sistema es estructuralmente imposible. Curiosamente fue posible con Gorbachov y su "comunismo". Gorbachov hizo precisamente eso: reconocer el cáncer que padecía su sistema. Repasemos lo que hizo:
1-reconocer los problemas del sistema llamado "de planificación central",
2-retirarse militarmente sin condiciones de las zonas que dominaba (primero Afganistán y Mongolia, y luego la Europa del Este)
y 3-reconocer el objetivo de una democratización.
En Occidente parece que es imposible esperar que aparezca un Gorbachov ( la impotencia de Obama es la demostración), pero las tres dimensiones de aquella "perestroika" son actuales hoy para el conjunto de Occidente; 1-reconocer los problemas del capitalismo, 2-renunciar al dominio imperial y retirarse militarmente, del Golfo, de Afganistán y de Colombia, y 3-reconocer como objetivo una democratización que incluya cierta soberanía y control sobre la política económica y el capital, ese partido al que no se vota y que queda fuera de la democracia.

La gran diferencia con el precedente de la quiebra comunista es que aquí el cambio, una reforma cardinal del sistema tal como lo conocemos hoy, debe venir de abajo, porque de arriba parece que no puede ser. En otras palabras: el cambio es imposible sin fuertes impulsos desde abajo. Pero es difícil imaginar que tales impulsos se movilicen sin que medie otro batacazo, que solo podrá ser aun peor que el anterior, porque ya no quedan fondos públicos anticrisis que salven de nuevo a los especuladores con el dinero de todos.

Aprender de la quiebra del otro

La actualidad del 1989 germano oriental no es el cadáver, ya descompuesto y apestoso, de la RDA, sino aquel "Wir sind das Volk" ("el pueblo somos nosotros") un movimiento cívico y pacífico que reclame la soberanía robada por el capital y el imperio, afirmando "el pueblo somos nosotros". Entonces funcionó. El establishment comunista no disparó en Moscú (agosto de 1991), no disparó en el Báltico, no disparó en Berlín y en otras capitales europeas (si lo hizo en Pekín), pero ¿cómo se comportaría, aquí y ahora, nuestro establishment ante una puesta en cuestión de aquella magnitud?

Se dirá que todo esto es un despropósito, un ejercicio vano, una pesadilla, pero es que, como admite Merkel, el futuro inmediato es fundamentalmente imprevisible, y la última vez que ocurrió algo así, en 1929, Occidente se acabó metiendo en una guerra mundial, recurso que la tecnología de destrucción masiva nos prohíbe hoy, o nos debería prohibir.

Sobre la forma que adoptarían nuestros actuales regimenes democráticos en tiempos de crisis, sólo podemos especular. Incluso en época de vacas gordas, en los años sesenta y setenta, hace muy poco, la mayoría de los actuales 27 miembros de la Unión Europea eran dictaduras. Media Europa, desde Lisboa hasta Moscú, pasando por Praga y Atenas. ¿Qué sería ahora de nuestras instituciones metidas en tal situación de colapso? ¿Demostrarían los británicos, los franceses, los españoles o los alemanes, la misma mansedumbre y resignación que demostraron los rusos en enero de 1992, en la hipótesis de que sus ahorros de toda la vida se evaporaran de un día para el otro? ¿Cómo nos comportaríamos ante las puertas de los bancos a los que confiamos nuestro dinero, cerrados por quiebra?

Una economía desarbolada e irracional hasta el suicidio. Una población educada en el egoísmo y moralmente ebria por el consumismo. Unos medios de comunicación manipulados. Quienes vivieron la quiebra de la URSS pueden reconocer muchas cosas de aquella profecía del siglo que decía: El hundimiento de una parte del mundo evidencia la enfermedad del resto. Si la gente no toma la palabra, no para conquistar el Palacio de Invierno sino para asumir su responsabilidad, el capital decidirá por ella, y nos podría llevar a algo así. Habría que irlo pensando.

Rafael Poch de Feliu es el corresponsal del diario barcelonés La Vanguardia en Berlín.